La primavera florece por las riberas del Jerte temprana, al
alba, ahilada aún con el latido de los últimos fríos y la plata segura del primer
deshielo. La Naturaleza así, nos empequeñece, nos arrebata en un instante en todas las
estaciones- el cetro de reyes, para darnos la humilde cachava de pastor del tiempo, de ser
en el mundo, ínfima parte de su armonía grandiosa, pero parte al fin y al cabo.
Pequeñez que sentimos al contemplar el tronco de un árbol que vio nacer a nuestros
abuelos, verá crecer a nuestros nietos y, además, morirá donde ha nacido, mientras que
el rey de la creación no de la selva- no sabe en qué residencia otra jaula- dejará su
último suspiro.
Aunque nací en tierra de acebos, a espaldas de una sierra extremeña también, creo que
me fui enamorando de este valle porque estuve un curso recorriéndolo para dar mis
primeras clases -¡ay, la juventud!-. Día a día, las riberas y el valle, los canchos y
las cumbres, los pueblos del camino Navaconcejo, Cabezuela, Jerte, Tornavacas- , los
agarrados a las lomas Casas del Castañar, El Torno, Rebollar, Valdastillas, Piornal -, no
eran los mismos.
La naturaleza nos devuelve el estado del alma y con sus ciclos nos seduce y agranda, nos
achica o repudia .Un día la humedad, la lluvia, la niebla, la luz, los alejan los
acercan, los hacen amables o inaccesibles, ásperos o tiernos según nos haya salido la
lección de los polinomios o según en ellos incida la luz... No son iguales si nos
esperan unos ojos o se han cerrado para nosotros, aunque la primavera retorne, que retorna
siempre, sin darse cuenta de nuestros ojos ni de nuestro amor, tampoco, ¡ay de nuestra
ausencia!¡Luz de las estaciones!. ¿Cómo no hacerse uno con ella, ángel en la tibia sed
de primavera o anciano en los tamizados atardeceres del otoño? ¿Cómo no reconcentrarnos
cuando nos cierra el invierno o hacernos agua en las gargantas del verano por sus pilones
rumorosos?. Porque el ladrillo siempre es el mismo en el hastial de la casa pero el árbol
es nuevo cada día en la ceremonia sagrada de la luz, en la naturaleza de la que formamos
parte.
La cámara fotográfica da eternidad hoy no sólo a unos lugares, a una floración
-¿quién puede olvidar la nieve del cerezo si la ha visto un día?- sino a una memoria,
al inútil retorno de los días felices que si no vuelven para nosotros, volverán para el
Valle mañana y siempre; eso sí, ya sin nuestros ojos. La naturaleza es una donación a
tiempo parcial.
(a J. M. Regalado)
Recomendaciones:
Equipo: Angulares para paisajes. Macros y teles para detalles de flores.
Mejores épocas del año: coincidiendo con la floración del cerezo, en la segunda
quincena de marzo. Y en el otoño, con su más amplia gama de colores.
Dormir y Comer:
En Plasencia: Parador Nacional de Turismo y variada oferta de hoteles y
restaurantes.
En el Valle: Hospedería Valle del Jerte y Hotel Los Arenales(Jerte). Hospedería
La Serrana(Piornal). Mesón Regino(En la N-110, a 15 km. De Plasencia). Restaurante Valle
del Jerte(Jerte).
Asociación de Turismo Rural del Valle del Jerte: http://www.mmteam.interbook.net/aturvajerte |
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